Cierra los ojos un
instante y descríbeme lo que ves en tu mente si te digo la palabra
“merendero” o “chiringuito”. Cuando lo hayas hecho, abre los
ojos y dime si se parece en algo al chiringuito Servando.
Me imagino que jamás
habrías imaginado un merendero así. Es totalmente imposible que
pase desapercibido como un merendero más de nuestra costa malagueña
y desde luego no deja indiferente a nadie. Aunque este tipo de
establecimiento en los últimos años ha ganado mucho en cuanto a su
calidad estética y diseño, éste se lleva la medalla de oro. Su
atrevido e inusual diseño lo convierte en el protagonista de la
playa de Guadalmar. Nada queda ya de aquel merendero al uso que
existía en el mismo lugar y que un día su propietario decidió que
ya era hora de renovar.
Sin embargo, desde un
punto de vista muy personal pienso que una creación como ésta es
digna de lucirse y le falla un poco la ubicación ya que no es
fácilmente visible ni es una zona de paso de personas y coches como
ocurre con el paseo marítimo de Los Álamos, lugar donde lucen otros
“merenderos” - por llamarlos de alguna manera – algo menos
familiares y vistosos destinados a punto de encuentro de jóvenes
playeros y de marcha nocturna veraniega.
Tanto su forma, su
estructura como sus colores son totalmente inusuales. Organizado
mediante tres elementos – el forjado de hormigón que compone el
sótano, la estructura metálica que sustenta el tercer elemento y la
cubierta, formada de dos piezas, la cubierta de madera de pino alemán
y la cubierta de gresite – la perfecta integración de éstos se
resuelve magistralmente en un edificio de tan singulares
característica que lo hace, por el momento, único. Del suelo nacen
los pilares, en forma de tubos metálicos de color rosa con distintas
anchuras (de 220 a 320 milímetros) y que se curvan suavemente a
medida que van ascendiendo hasta llegar a su elemento más
emblemático: la cubierta, con una forma ondulante evocando las olas
del mar. Dicha cubierta se compone de pequeñas baldosas de cerámicas
de colores que la casa Porcelanosa ha fabricado expresamente para
esta obra arquitectónica y cuya imagen a vista de pájaro nos
descubre un árbol con varias tonalidades de verde, rojo y blanco. En
planta consta de 150 metros cuadrados, con salón con capacidad para
80 personas, cocina, terraza sobre la arena y escalera de acceso al
sótano donde se alojan vestuarios y almacén.
Pero la belleza de este
chiringuito no sólo está por fuera, sino que la armonía de su
exterior conjuga a la perfección con su interior. Esta integración
se realiza a través de amplias cristaleras que dejan al descubierto
el alma de este restaurante de playa al borde del mediterráneo. La
luz entra a raudales en este espacio a través de los cristales que,
lejos de marcar límites opacos entre exterior e interior, ayuda a
conforma un todo, integrando el chiringuito con su entorno. No
resulta extraño ya que el cristal compone la mayor parte de la
superficie de tres de los cuatro lados del merendero, únicamente
interrumpido en ciertas zonas para dibujar la líneas que conforma la
carpintería metálica que soporta los vidrios... y, por supuesto,
acorde en cuanto a color con los pilares.
Su interior cuida los
detalles para que no haya cabida a la improvisación decorativa, sin
que haya nada que desentone. Nos recibe a la entrada un bonito mural
de estilo picasiano que regala al visitante una alegoría de las
playa malagueñas realizado con pedazos de azulejos de colores. La
barra blanca retroiluminada fabricada con Kryón es la antesala del
salón principal inundado de luz natural provisto de mesas y sillas
blancas perfectamente distribuídas para dar cabida al mayor número
de comensales cómodamente. La calidad de las baldosas del suelo se
hace patente debido a la magnífica apariencia de madera del mismo
con tonalidades claras. El salón se haya coronado por la techumbre
de lamas de madera que se disponen paralelas siguiendo la forma
curvada y ondulada de la cubierta superior de gresite, soportadas a
su vez por grandes vigas de madera también curvadas que se acomodan
perpendiculares a las anteriores. Detalles en metal desnudo y
mobiliario en su terraza exterior acorde con el color rosa de su
estructura metálica completan esta moderna decoración que hacen del
Chiringuito Servando un establecimiento único.
Si quieres visitarlo es
muy fácil. Está en Guadalmar, en paseo Abel Sánchez sin número.
Míralo en su web para no perderte.... y prueba sus espetos de
sardinas. Son exquisitos.
Web: http://chiringuitoservando.com/
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